Como cantante mexicana de ópera no se hace ilusiones: sabe que en el país los contratos son casi nulos y la fuga necesaria. A menos de que se esté dispuesto a autogestionar una de las artes escénicas más difíciles de producir del mundo. Pero, ¿qué cantante joven querría dejar de dedicar tiempo al fogueo escénico para meterse a producir?
“Es difícil porque debo dividir mi tiempo entre la gestión y el canto, y una cantante de ópera es como una atleta de alto rendimiento, es una disciplina muy celosa”, comparte.
Más allá de la “locura de la ópera” que ha animado a tantos productores a arriesgarlo todo, Esther Gurrión ha recurrido a la academia para crear sus propias herramientas de emprendimiento cultural. La mezzosoprano, originaria de esta capital y criada en Juchitán, Oaxaca, cursa el doctorado en Teoría Crítica, en el que desarrolla modelos para adaptar propuestas artísticas a entornos específicos.
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