Existen testimonios de momentos inefables donde lo excepcional se manifiesta al momento de ejecutar una pieza musical, en los cuales, de forma insospechada, un estado placentero se apodera del intérprete. En mi reciente quehacer como cantante de ópera y concierto he encontrado tanto a colegas, como a mí misma, sorprendidos por la consecución inexplicable de este estado. El intérprete musical se ve intervenido por un inadvertido estado hedónico al momento de ejecutar una obra en un concierto. Por estado hedónico hemos de comprender un momento placentero generado por la consecución de cierto objeto que el sujeto intérprete apetece de manera inconsciente. Podemos dar cuenta que el momento inenarrable de delectación, aquel que posiblemente, para varios intérpretes musicales, es la razón del mismo quehacer artístico. Sin embargo, esta dimensión del disfrute, se ha quedado en un espacio puramente cotidiano y carente de explicaciones probadas. No hay suficientes datos fuera de la especulación y lo romántico al respecto, y por ende, se desconoce qué produce aquel estado hedónico en el sujeto intérprete. Hay un camino andado en el estudio del placer, esto a partir del análisis de otros escenarios que lo detonan. El estudio de estos fenómenos ha sido, en gran medida, labor del psicoanálisis y de la fenomenología, mismos que hacen especial énfasis en el acto de goce del desciframiento. Estudiar el placer que un intérprete musical experimenta a partir de lo anterior podría ampliar las explicaciones de su dinámica.
En este artículo presento una reflexión sobre el placer y la interpretación musical, vista como texto y fenómeno. http://entretejidos.iconos.edu.mx/thesite/author/egurrion/
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